La Graciosa: El paraíso secreto de Canarias

La Graciosa es la octava isla canaria, y la más desconocida de todas ellas. Un lugar donde desconectar del mundanal ruido, darte un chapuzón en sus aguas cristalinas y caminar sin prisas entre sus casitas blancas y sus calles de arena.

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La isla de La Graciosa fue uno de los motivos por los que elegí Lanzarote como nuestro destino de vacaciones. Me atraía la idea de ir a una isla sin apenas edificaciones, sin asfalto, sin masificaciones… ¡casi desconocida!.

La realidad es que visitarla en verano no resulta tan idílico como pensaba. De hecho, había bastantes más turistas de lo que esperaba. Claro está que ya no es una isla tan desconocida. Más bien es un secreto a voces, y la visita a La Graciosa se ha convertido ya en un deber si viajas a Lanzarote.

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En esta pequeñísima isla aún se respira calma y tranquilidad; aquí puedes llegar a imaginar cómo eran las Islas Canarias antes de que el turismo llegara a ellas. Vivir un verano como los de antaño.

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A nosotros nos faltaron días, pero si puedes te recomendaría pasar al menos una noche para poder disfrutar de la soledad de la isla.

Para contemplar el atardecer cuando los últimos turistas han zarpado de vuelta a Lanzarote en el último ferry; o para saborear un pescado fresco sin más ruido que el de las olas del mar. Y ya si lo haces en primavera u otoño la experiencia será el doble de especial.

Cómo llegar a La Graciosa

Desde Órzola, en el norte de Lanzarote, parten ferries cada media hora a Caleta de Sebo, la capital de la isla. Hay dos navieras: Líneas Marítimas Romero y Biosfera Expressy el precio de 20€/trayecto ida y vuelta es el mismo en ambas.

Es una travesía de unos 20 minutos que suele ser movidita. No está de más que los niños (o mayores) se tomen una biodramina para evitar mareos. Mis hijas, sobre todo Olivia, se lo pasó bomba con el vaivén del barco. ¡No paraba de reír!. Así que es como si en el precio estuviera incluida la entrada a una montaña rusa. 😉

Como moverse en La Graciosa

La isla de La Graciosa tiene apenas 27 kilómetros cuadrados, no más de 650 habitantes y ni una sola carretera asfaltada. Una superficie que puedes recorrer a pie, en bicicleta o en taxi todoterreno.

Nosotros elegimos la última opción, ya que Olivia aún no sabe andar en bici y con el calor iba a ser muy pesado. Aunque me quedo con las ganas de recorrerla en bicicleta, debe ser una experiencia estupenda.

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Los taxis Jeep se encuentran fácilmente en Caleta de Sebo, y sino preguntando en cualquier bar, restaurante o tienda tienen el número de teléfono de alguno de ellos.

Puedes pedir que te lleven a un punto determinado de la isla y que te recojan a una hora pactada; o hacer un tour por toda la isla. Esto último es lo que hicimos nosotros. El tour por toda la isla cuesta 50€, dura en torno a una 1hr y media y te lleva a las diferentes playas y puntos de interés de la isla.

Decir que ya solo el recorrido en jeep es toda una atracción para los niños. Olivia y Sofía se partían de risa con el movimiento de lado a lado por las pistas de arena.

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Primeramente el taxi nos dejó en la Playa de La Francesa, de la que te hablaré a continuación, donde pasamos la mañana y comimos. Y fijamos una hora para que nos viniera a recoger y nos llevara a dar la vuelta por la isla.

Playas de La Graciosa

Las playas de La Graciosa se caracterizan por ser de arena fina con un agua azul turquesa increíble y muy cristalina. Al ir con las niñas nos recomendaron ir a la Playa de la Francesa, en la punta sur de la isla. Una playa de aguas tranquilas y un azul que podría ser sacado del Caribe. Llegamos sobre las 11 de la mañana y apenas habían 10 personas en la playa, ¡una maravilla!.

Todas las playas de La Graciosa son vírgenes y no cuentan con ningún tipo de servicios. Así que no te olvides llevar algo para comer y beber, y ¡una sombrilla!. Nosotros compramos unos bocatas en Famara antes de salir, y nos los comimos tan ricamente en la playa.

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Desde la Playa de la Francesa se accede caminando por un terreno de arena y dunas hasta la Playa La Cocina, a los pies de la Montaña Amarilla. Ésta es otra de las playas más bonitas y de aguas tranquilas que tiene la isla. Las niñas se quedaron jugando en la primera playa y yo me acerqué a dar un paseo hasta ella. Se tarda unos 15 minutos.

En torno a las 12:30 se acabó la tranquilidad en forma de un catamarán que llegó a la playa repleto de turistas. Con sus kayaks y mojitos en mano incluidos. Por eso creo que a veces es fundamental llegar pronto o quedarte hasta tarde, y así poder disfrutar de estos lugares paradisiacos como se merece. O ir en temporada baja.

Después de comer nos recogió nuestro jeep que nos llevó hasta la Playa de las Conchas, la que dicen ser la más bella de la isla y una de las mejores de Canarias. La playa es espectacular. Arena dorada formada por millones de conchas batidas por la fuerza del viento, de ahí su nombre. Todo bajo el impresionante marco del volcán Montaña Bermeja.

Pero ¡ojo! es solo para verla, ya que el fuerte oleaje hace que no sea apta para el baño y menos aún para los niños. En esta playa ondea siempre bandera roja.

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Para los niños, veranear en esta isla deber ser lo más parecido a revivir un capítulo de Verano Azul: muchas bicicletas y más libertad.

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Sofía y Olivia aprovecharon las mini piscinas que se forman cercan de la orilla para mojarse los pies; para después continuar con nuestra ruta por La Graciosa.

Nuestro taxista nos llevó primero en jeep y después caminando hasta la siguiente parada: Los Arcos. Unas formaciones de lava que con la erosión del mar han creado caprichosas formas; como un impresionante arco y enormes agujeros en el acantilado. En la parte oeste de la isla, al igual que en Lanzarote, golpea el mar con toda su fuerza.

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Caleta de Sebo

Después de recorrer brevemente Pedro Barba, el segundo núcleo poblado de La Graciosa, el tour finalizó en Caleta de Sebo. Este pequeño pueblo, a pesar de no tener nada especial salvo unas cuantas casitas blancas dispersas entre anchas calles de arena, tiene muchísimo encanto. Como una sensación de que el tiempo se detuvo en él.

Paseamos por sus desérticas calles, tomamos una cervecita fresca en la terraza de uno de los bares mirando hacia el puerto; y acabamos el día refrescándonos de nuevo y recogiendo caracolas en la playa del pueblo. Antes de regresar con el ferry a Lanzarote.

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Y así fue nuestro paso por esta pequeña isla.

La Graciosa fue justo como me la imaginaba. Aunque me encantaría volver a visitarla en temporada baja. Y poder disfrutar de esa tranquilidad y de esas aguas paradisiacas como se merece.

Si vas, hazme el favor y sigamos guardando el secreto. Quedan pocos lugares en Europa asi de “vírgenes” y, ¡ojalá siga de esta manera por mucho más tiempo!.

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